Jóvenes que combaten el coronavirus con ciencia y conciencia

“Se busca a jóvenes que quieran repensar el futuro. Requisitos: tener entre 14 y 25 años y una mente amueblada con buenas ideas. Su contribución será recompensada por la sociedad del mañana”.

Podría tratarse de la sinopsis de una película de ciencia ficción rodada en otros tiempos, pero la emergencia sanitaria ha convertido a la población en actores y actrices de su propia realidad, que caminan sobre un escenario no transitado hasta la fecha. Si diferente es ya el mundo actual, lo será aún más el que quede tras el paso del coronavirus. Se desconoce si mejor o peor, pero seguro que será diferente.

Ante una página que aún está por escribir, se lanza una llamada a la participación de todos los ciudadanos. Especialmente a la de los más jóvenes, aquellos que convivirán durante más tiempo con las consecuencias de lo que está pasando. La Fundación Telefónica les propone una misión: que pongan en marcha medidas para afrontar las previsibles consecuencias negativas a base de educación y tecnología.

“Estamos en un proceso de transformación digital en el ámbito educativo, y somos conscientes de que hay que reconvertir todos los sectores de la sociedad. Por eso es especialmente necesario dar voz a los jóvenes con sus ideas creativas, con su búsqueda de soluciones ante una situación que nos afecta a nivel mundial”, reflexiona Luis Miguel Olivas, director de empleabilidad e innovación educativa de Fundación Telefónica.

El soporte para este llamamiento se conoce como #desafíoSTEAM, un proyecto que, bajo el lema “Desafía al virus con STEAM”, da como plazo hasta el próximo 5 de junio para hacer llegar a la plataforma https://www.stembyme.com/web/desafio-steam ideas nuevas con las que diseñar un mundo mejor.

Señala Olivas que “recibimos todo tipo de propuestas y de muy distintas modalidades, desde una aplicación que es puesta a disposición de los vecinos de una comunidad para establecer turnos de compra y que así no salgan todos a la vez, hasta herramientas que sirven para enviar mensajes a personas que se encuentran solas durante el confinamiento, y no solo a personas mayores. También hay otras ideas más “artísticas”, como la de organizar exposiciones fotográficas que reúnan las imágenes con las que las personas reflejan desde casa cómo están pasando estos días,  o que giran en torno al ámbito psicológico, como personas que se ofrecen para dar apoyo psicosocial”.

Emprendimiento, creatividad, autoaprendizaje. Son algunos de los valores que esta iniciativa pretende fomentar. Pero también el trabajo cooperativo, ya que las candidaturas pueden ser presentadas de manera individual o colectiva. Y, en base a los medios de los que dispongan los participantes, puede tratarse únicamente de ideas o de proyectos ya medianamente avanzados.

Especialmente interesante se hace el objetivo de acercar las formaciones STEAM a unos jóvenes que parecen sentir una desafección creciente hacia algunas de estas materias. Tal y como advierte Olivar, “hay que potenciarlas desde los niveles escolares más bajos. Los datos están ahí: en los últimos años ha disminuido el número de alumnos universitarios en torno a las ingenierías, cuando en el mercado laboral cada vez hay una mayor exigencia para este tipo de perfiles. Es una brecha que estamos viviendo, y a la que además hay que sumar el factor género: debemos despertar vocaciones tecnológicas también en las chicas y, como señalaba antes, durante las edades más tempranas. Como sociedad es nuevo deber tender hacia esa igualdad, y evitar que una carrera concreta se vea identificada más con un género que con otro”.

Las cartas están sobre la mesa. Las propuestas más innovadoras recibirán premios en forma de dispositivos tecnológicos, tales como impresoras 3D o tabletas electrónicas. Pero el verdadero reconocimiento puede venir después, en el momento en que algunos de esos proyectos lleguen a convertirse en realidad y sea posible comprobar si el mundo tiene arreglo, y si viene de manos de las nuevas generaciones.

“Cualquier idea es bienvenida”, señala Luis Miguel Olivas, “lo importante es que busquemos una forma de aprendizaje diferente en la parte más creativa de nuestro cerebro. Como diría César Bona, tenemos que abrir las puertas de los centros educativos no para que entre los niños sino para que salgan las ideas”.