Cibersur.com | 01/07/2024 08:22
Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha diseñado un suelo artificial que combina residuos de aguas depuradas e industrias metalúrgicas para recuperar áreas degradadas. Los resultados confirman que terrenos ácidos afectados por la actividad minera vuelven a tener vida. Además, son replicables en estudios sobre Marte, debido a las similitudes mineralógicas y geoquímicas del terreno. Estos trabajos se han financiado mediante el proyecto ‘Diseño y aplicación de tecnosuelos formulados con residuos no peligrosos para la recuperación ambiental de espacios mineros degradados y el sellado de vertederos‘ de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía en colaboración con la empresa DSM Valorización y la alianza ‘Sustainable Horizons’ de la Unión Europea.
Los resultados del estudio validan las dos acciones que se pretenden con esta técnica de recuperación natural asistida. Por un lado, se neutraliza la acidez del suelo permitiendo nuevamente el crecimiento de la vegetación. Por otro, se evita que los metales sean absorbidos por las plantas o se infiltren en el subsuelo contaminando el agua subterránea. En el artículo Unveiling a Technosol-based remediation approach for enhancing plant growth in an iron-rich acidic mine soil from the Rio Tinto Mars analog site, publicado en la revista Science of The Total Environment, los expertos detallan los ensayos realizados hasta la obtención de un tecnosuelo que integra residuos industriales no peligrosos.
De esta manera, los investigadores dan un valor añadido al proceso de recuperación de suelos. “Hemos utilizado residuos o subproductos de empresas cercanas a las minas, lo que reduce el transporte y los costes económicos y medioambientales asociados. Concretamente, ensayamos con lodos de las estaciones depuradoras de agua y escorias de la industria siderúrgica”, indica a la Fundación Descubre, organismo dependiente de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación, el investigador de la Universidad de Huelva Juan Carlos Fernández Caliani, coautor del artículo.
Los lodos mejoran la estructura del suelo y lo revitalizan para que puedan volver a desarrollar vegetación. Esto se debe a su capacidad para retener agua y porque aportan materia orgánica y nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio. Las escorias siderúrgicas son residuos de las empresas del acero que ayudan a la neutralización de la acidez y a la retención de los metales, evitando su lixiviación; es decir, que sean arrastrados o lavados por el agua de lluvia.
De las macetas a Marte
El primer paso para la fabricación del tecnosuelo, como se llama este tipo de sustrato, es la caracterización de los residuos con el objetivo de garantizar su idoneidad en la estabilización química y evaluar sus efectos positivos sobre la calidad del suelo y el desarrollo de las plantas. A continuación, se mezcla el suelo de la mina con diferentes proporciones de los residuos seleccionados para obtener distintas formulaciones. Las composiciones que resultan se someten a ensayos de lixiviación; es decir, se analizan para determinar si los metales podrían liberarse de los componentes del suelo y transferirse a las corrientes de aguas.
Finalmente, se realizaron ensayos en macetas para evaluar la capacidad de crecimiento de plantas de mostaza india, una especie reconocida por su resistencia en condiciones adversas y su capacidad para biorremediar suelos contaminados. Tras cuatro meses de experimentación, los resultados confirmaron que el tratamiento reduce la acidez del suelo y las concentraciones de metales solubles creando condiciones óptimas para el crecimiento vegetal.
De esta manera, los expertos han desarrollado un tecnosuelo eficaz para la recuperación ambiental de suelos mineros. El siguiente paso es ensayar este sustrato artificial en condiciones de campo y llevar su producción a una planta piloto o industrial.
Además, los investigadores destacan la importancia de estos estudios para la astrobiología. El parecido de los suelos estudiados con los de Marte permite que los conocimientos adquiridos abran nuevas vías de investigación para determinar si es posible modificar la superficie marciana para hacerla más habitable.