Mucho se ha escrito de los nativos digitales y su crecimiento inmersos en la cultura de Internet y la comunicación digital. Sin embargo, los docentes que utilizamos herramientas sociales en el aula sabemos que crecer en un mundo 2.0 no implica desenvolverse adecuadamente en el mismo, del mismo modo que crecer en una familia dueña de un restaurante no garantiza que aprendas a cocinar.
Como en muchos otros aspectos de la vida, los usuarios (estudiantes universitarios en este caso) deciden por un lado para qué quieren usar determinadas herramientas, y por otro, qué necesidades necesitan cubrir con las mismas. Así vemos cómo en vez de utilizar los foros de conversación que las universidades ponen a su disposición a través de sus respectivos campus virtuales, prefieren crear grupos en redes de terceros como Facebook. La explicación es bien sencilla: lo tienen más a manos, lo llevan en sus móviles. Y éste se está convirtiendo en un factor esencial: la movilidad. Cada vez es más habitual ver a los alumnos en clase con tabletas en vez de portátiles, lo que no es malo en sí, pero puede ser poco práctico ya que las tabletas están más optimizadas para leer y recibir contenido que no tanto para generarlo.
No obstante, y de lo que yo quería hablarles hoy, es de la experiencia (y revelación) que ha supuesto el hecho de introducir en una asignatura la creación y desarrollo de marca personal de cada uno de los alumnos, a través de un blog y acompañado de la integración con distintas redes sociales como son Twitter, Facebook (a través de una página y no un perfil), LinkedIn, e incluso un poco de Google Plus.
Como era previsible partíamos de un público muy heterogéneo, desde el que llevaba mucho tiempo con su blog y ya estaba realizando un trabajo notable, hasta el que no quería exponerse en la Red de ningún modo. Pero en la mayoría de casos era un uso muy básico, casi a modo de diario público y sin tener claro por qué y para qué un blog. Y lo que es más llamativo, en muchos casos ya disponían de visibilidad en la Red, incluso de una cierta marca personal, pero no siempre del modo más efectivo para su futuro profesional. Porque en el momento que estamos en redes sociales, nos exponemos, y por tanto vamos conformando en mayor o menor medida esa marca o identidad personal.
Tengo que explicitar que mis alumnos son de Publicidad y Relaciones Públicas, y por tanto abocados al mundo profesional de la publicidad y la comunicación, entornos en los que la creación de una buena marca personal es fundamental hoy, en un entorno laboral en el que los empleadores y cazatalentos buscan la actividad en distintas redes de de posibles candidatos a puestos de trabajo. Por eso, además del aprendizaje de determinadas herramientas, se llevarían bajo el brazo el inicio o mejora de una buena identidad digital que les ayudaría en el futuro en la búsqueda de empleo.
No obstante, la primera sorpresa fue descubrir que muchos tenían dificultades para decidir sobre qué querían escribir. Mi sugerencia en ese sentido siempre fue muy directa: “Escribe sobre aquello a lo que quieras dedicarte en el futuro, sobre aquello en lo que quieras especializarte. Empieza a distinguirte de los demás”. Pero el problema no es la inseguridad asociada a estas edades, el inconveniente es que apenas leen y de ahí que no encuentren temas sobre los que escribir.
Cualquier profesional de la comunicación de hoy en día les dirá que dedica una gran parte de su tiempo a leer y a mantenerse al día. Los jóvenes de hoy, pese a tener acceso a mucha más información que generaciones precedentes (como la mía), no saben acceder a ella de una manera estructurada. No conocen instrumentos como los agregadores de contenidos, y lo que es peor, tampoco parecen muy interesado en ellos. Y mientras nosotros teníamos que hacer el esfuerzo de ir e informarnos a través de prensa, radio o televisión, ellos están continuamente bombardeados de mensajes, que en su mayoría no son informativos.
Además, seamos realistas, las generaciones actuales se informan principalmente a través de la televisión generalista, donde sabemos que la información es casi un género testimonial y con una calidad que deja mucho que desear. Y a pesar de estar horas delante del ordenador, la mayoría del tiempo es dedicado a actividades de ocio o a la búsqueda selectiva de aquello que les ha suscitado interés.
Nuestra alfabetización fue tradicional, lineal, y nos enseñaron no sólo a leer y a escribir sino lo que es más importante: a interpretar y pensar los textos. Sin embargo en un mundo audiovisual, nadie nos enseña a interpretar y pensar la imagen.
Una sociedad bien informada es una sociedad capaz de tomar mejores decisiones. ¿Pero cómo vamos a hacerlo si no dedicamos el tiempo necesario a esa alfabetización mediática y multimedia tan necesaria como la tradicional?
Debemos plantearnos nuevos métodos de educación y alfabetización desde edades tempranas. Y ya vamos con retraso.
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Proyecto "Mejora de la Alfabetización para la promoción de la lectura "Nuevas formas de lectura de la prensa a través de intenret y dispositivos móviles".
Proyecto subvencionado por la Administracion de la Junta de Andalucía.
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